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Celler CATARUZ

Vinos que conectan con la gente

Mi relación con los vinos comenzó en el 2002, o quizás antes cuando mi padre me enseñó a apreciarlos. En 2009 abandono mi primera bodega compartida y decido lanzar mi proyecto en solitario. Así es como yo, una chica de ciudad sin tradición familiar vitivinícola, y con escasos recursos financieros, gracias a mi antiguo enólogo, Diego Fernández Pons, y a los creyeron en mí, puedo hacer real este sueño. Con pasión y experiencia en el sector empiezo a hacer realidad mi propio proyecto il·lusionante. Mis vinos son fiel reflejo de mi personalidad, y sentimientos, pero también expresan el terruño y las variedades. Después de 15 años de experiencia como Sommelier profesional, y vinculada a la elaboración del vino por mi paso por varias bodegas valencianas, quiero contar mis historias a través de cuidados ensamblajes. Nuestro proceso de elaboración comienza por el final. ¿Qué queremos comunicar con nuestros vinos? Una vez definido el mensaje buscamos las variedades que nos ayudan a contar nuestra historia. Gracias a la riqueza de uvas de Utiel y Valencia, encontramos la genética perfecta y nos dedicamos a su cultivo. Nuestra materia prima es la tierra, el mar, el viento, la lluvia, el Sol… y todo ello sumado a la naturaleza de la uva nos ayuda a elaborar ese vino que antes de nacer ya tenía un carácter especial. Ningún elemento es dejado al azar. Todo tiene un por qué, y todo debe guardar relación con ese mensaje: el alma del vino. Dentro de esta filosofía no tiene cabida ni el uso de pesticidas, ni el maltrato animal. Trabajamos los viñedos dejando que la naturaleza haga su trabajo de la mejor manera que sabe. El mayor esfuerzo y satisfacción está en hacer confluir la tradición de los viticultores de la zona con nuestra visión actual y entusiasta. VARIEDADES Y TERRUÑO Mi proyecto descansa sobre dos terruños diferentes: Atlántico y Mediterráneo. Los vinos blancos se elaboran con uvas cultivadas en el Sur de Valencia. Un clima Mediterráneo que madura las uvas, pero una tierra que estuvo hace siglos sumergida en el mar, y que como tal guarda la salinidad entre sus rincones. Los tintos, cuyas variedades se cultivan en el Norte de Valencia a 800 más de altura, en Utiel, reflejan un marcado clima atlántico. Gracias a las lluvias y al viento que nos llega desde La Mancha, tienen un marcado carácter de tierras norteñas.