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Bodegas PITA

El alma de nuestros vinos, el viñedo

De una forma u otra, la familia Pita siempre ha estado unida al mundo del vino. Como en tantos hogares de la zona, cada mes de octubre, todos se volcaban en la vendimia del pequeño terreno familiar para producir vino de forma tradicional. El destino quiso que, años después, Emilio Pita decidiera convertirlo en su modo de vida. Con apenas 23 años, comienza sus estudios de Enología en la Universidad de Burdeos, para después seguir su formación en California y Nueva Zelanda. En 2010, regresa a Rubí de Bracamonte (Valladolid) donde se pone al frente del proyecto familiar: una bodega que buscará siempre mantener la identidad del terroir propio en todos sus vinos. Esa idea se plasma en la primera añada de Dominio de Verderrubí, su verdejo joven, al que en 2011 seguirían los vinos Atipyque y Pita, con los que consiguen magnificar la expresión del terreno en cada botella. Su último sueño, y el que más les une al origen de esta historia, se vio cumplido en 2014, con la salida al mercado de La Bonera. Es uno de los pocos vinos tintos que se elaboran en la D.O. Rueda y procede de la viña donde la familia Pita comenzó su aventura. En el año 2012, se levanta la bodega a los pies de Rubí de Bracamonte, el pueblo que ha sido testigo de la historia de la familia Pita. El carácter de los vinos de la familia Pita brota de la naturaleza de nuestros viñedos: 63 hectáreas situadas en el corazón de Castilla. La gran mayoría se localizan en La Cantera, una finca de 56 hectáreas en Rubí de Bracamonte. Allí encontramos además una de las llamadas zonas ZEPA: un pago protegido a nivel europeo por la riqueza de su fauna. Es uno de los pocos lugares en el mundo donde podemos disfrutar del vuelo de una importante colonia de avutardas: el ave más pesada que es capaz de volar El resto de nuestro viñedo, 8 hectáreas, se corresponden a La Bonera, la finca de donde sale su único vino tinto y que se asienta en Velascálvaro, también en la provincia de Valladolid. La distribución de estas parcelas condicionó completamente el diseño de la bodega. Después de un meticuloso estudio del terreno, se definieron las pautas de trabajo. El suelo tiene la composición ideal para elaborar vinos que se caracterizan por su frescura en boca y su elegancia en nariz. De esta forma, la estructura comienza con un primer metro de profundidad arenoso-pedregoso; el segundo metro se compone de arcilla y, desde allí, la peña domina en el interior del suelo.